
La infancia y la adolescencia son etapas de grandes cambios y aprendizajes. A veces, en ese camino, pueden surgir dificultades emocionales, de comportamiento o relacionales que afectan al bienestar del menor y al equilibrio familiar. En estos momentos, contar con un espacio de acompañamiento profesional puede marcar una gran diferencia.
En Uniria, ofrecemos un espacio seguro donde niños, niñas y adolescentes pueden expresarse, comprender lo que les ocurre y desarrollar recursos para afrontar sus retos, siempre con el acompañamiento de sus familias.
Es un proceso terapéutico centrado en menores de edad, desde la primera infancia hasta la adolescencia, que tiene como objetivo ayudarles a comprender lo que sienten, desarrollar herramientas para afrontar sus dificultades y mejorar su bienestar emocional y relacional.
El acompañamiento se adapta a su etapa de desarrollo, incorporando técnicas como el juego, el dibujo, el diálogo o el trabajo corporal, según cada caso. Además, la participación de las familias es una parte fundamental del proceso.
- Cambios importantes: separaciones, pérdidas, adopciones, mudanzas...
- Dificultades en la escuela: fracaso escolar, acoso, problemas atencionales, bajo rendimiento...
- Ansiedad, tristeza, miedos intensos o alteraciones del sueño.
- Problemas de conducta, impulsividad, rabietas frecuentes, conflicto con normas.
- Baja autoestima, aislamiento social o dificultades para relacionarse.
- Trastornos del desarrollo, del lenguaje o del aprendizaje.
- Uso problemático de pantallas o conflictos familiares repetidos.
- Trastornos alimenticios
En Uniria trabajamos desde una mirada integradora, respetuosa y adaptada a la edad y necesidades de cada niño, niña o adolescente. Ponemos especial cuidado en crear un vínculo seguro, en el que puedan sentirse escuchados sin juicios.
Creemos en el valor de mirar con curiosidad, sin etiquetas limitantes, y en la importancia de incluir a las familias como parte activa del proceso. Creemos que crecer no significa hacerlo solo. Y que pedir ayuda es, muchas veces, el primer paso para avanzar.
Solicitamos el consentimiento informado de los titulares de la patria potestad para intervenir con menores de 16 años, incorporando el asentimiento del niño o adolescente según su nivel de comprensión. A partir de los 16 años, el menor puede decidir por sí mismo su tratamiento psicológico, salvo en situaciones de riesgo extremo donde se requiera la participación paterna. Este proceso garantiza que todas las partes conozcan sus derechos y participen de forma voluntaria, protegiendo la integridad y autonomía del menor en cada paso.
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